Wednesday 9 July 2014

¿Por qué soy docente?

Hace 2400 años un ateniense era condenado a muerte por no reconocer a los dioses y corromper a la juventud, o por lo menos eso es lo que cuenta el ilustre Platón en sus Diálogos. Ustedes no estarán para saberlo, pero yo se los voy a contar. Sócrates, tras ser acusado de estos infames cargos, decide darles una última lección a sus pupilos admitiendo su condena; y así, con esta gran acción de honestidad y congruencia pasa al muro de los inmortales. 

Y tiene mucho que ver con la vieja reflexión de para qué educamos. En una sociedad capitalista que ama al vencedor y desprecia al tonto fracasado, vale mucho la pena traer a la discusión al viejo Sócrates, quien enseñaba con el ejemplo el control de las pasiones, la serenidad de espíritu y la búsqueda de la verdad mediante el diálogo. 

"Conócete a ti mismo", decía el gran filósofo, pero nadie puede conocerse a sí mismo sin conocer al ser humano y el mundo que lo rodea; pero nadie puede conocer al ser humano y el mundo que lo rodea sin convivir con sus semejantes, intercambiar opiniones y pelearse con la autoridad. Es allí donde cobra sentido el sistema escolar.

Pero seamos claros, una cosa es la educación, otra cosa son los métodos educativos, otra el sistema educativo, y otra muy diferente los enfoques pedagógicos; o lo que es lo mismo, una cosa es lo que se enseña, otra cómo se enseña y otra para qué se enseña, y es aquí donde la marrana tuerce la cola, pues la discusión se torna acalorada.

No voy a entrar a esta discusión por razones de tiempo y de riñones, sin embargo, sí argumentaré qué es para mí la educación: La educación debe ser el fomento del talento y la creatividad pero con una estructura firme y hábitos bien definidos. Me explico.

En todas las profesiones existen muchas maneras de llegar a los mismos resultados, y la docencia no es la excepción. Pero aquí existe una pregunta fundamental, ¿Para qué educamos? Elija la respuesta correcta:

a)    Para tener un buen empleo
b)    Para que las personas sean más justas, honestas y bondadosas.
c)     Para formar seres inteligentes y capaces
d)    Para ser los mejores en lo cualquier cosa que hagan
e)    Para servir a la nación
f)     Obtener cultura general
g)    Todas las anteriores
h)    Ninguna de las anteriores

Cualquiera que haya sido su respuesta estará de acuerdo conmigo en que la pregunta es complicada, y no se puede responder de esta manera. Por ello, siempre que alguien me pregunta por qué eres docente, mi respuesta es que quiero una sociedad más justa, responsable, amable, honesta y colaborativa, lo cual es cierto, sin embargo, omito que me encanta tener el poder y transmitir lo que pienso y siento, en pocas palabras, adoctrinar. Y qué va a hacer uno como profesor, pregúntome yo,  si no es adoctrinar; porque el profesor que no se juega el pellejo inculcando su manera de ver la realidad en cada clase, cómo diablos piensa cambiar la sociedad.

No me mal interpreten, cuando digo adoctrinar me refiero a enseñar a pensar; porque el que puedas pensar no significa que sepas pensar. Comparo el cerebro humano con el ordenador más sofisticado que hay en el mercado, del cual solo sabemos usar Word, y mal. Bueno, pues mi trabajo como docente consiste en que mis alumnos obtengan el máximo provecho de esa supercomputadora que tienen en su cabezota.

Se oye fácil verdad, pero no lo es, pues para enseñar a pensar a los demás primero debes conocer suficientes estructuras de pensamiento, diversas rutas de acceso a la memoria, y verificar que las redes neurales que conectan los diferentes campos del conocimiento estén bien enchufadas para después descubrir nuevas rutas de aprendizaje; una vez hecho esto debes saber cómo transmitir el conocimiento, y eso es algo que pocos saben, y aún menos se preocupan por adquirirlo si no lo saben, sin olvidar que cuando confrontas a las personas con nuevas ideas o sistemas de pensamiento, te dirán que estás equivocado, pues siempre lo han hecho de esa manera y les ha resultado; más aún, te dirán que estás loco y dejarás de simpatizarles.  

Entonces, ¿para qué tratar de enseñar a alguien que no quiere aprender? Porque en el momento que logras cambiar su parecer y empieza a pensar de manera diferente, cuando el chico descubre que puede hacer cosas insospechadas hasta ese momento, o cuando te das cuenta que sin saberlo comienza aplicar cosas que tú le enseñaste, la satisfacción es tanta, que si no es felicidad, se asemeja bastante.

Por eso el próximo ciclo a los alumnos los aguantará su madre… y yo también, porque, al igual que Sócrates, seguiré creyendo que la mejor manera de cambiar el mundo es la educación.

Educación Daniel Rosales Lobato



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